No, no me sirven de nada los días tristes,
ni la sombría quietud deplorable de los grises
que inundan las horas y sus raíces.
No, no me sirve de nada que tú me invites
a la deplorable virtud de hacer eclipse
con tu luz y mi sombra por desquite.
No, no me sirve de nada si te desvistes
y a tal cita sola asistes;
no me sirve de nada si ya no existes,
si este sosiego no nos describe.
—M.
de nada sirve la ausencia…salvo para hacerse presente…
Me gustaLe gusta a 1 persona