Ahora resulta que no eres tan fuerte
para cumplir con todo lo que prometes,
ahora resulta aberrante quererte
sin fuerzas, ni ganas, ni a veces.
Ahora resulta que no eres tan fuerte
para entregarte sin importar lo que deviene;
ahora resulta que no eres tan valiente,
que se te ha olvidado lo que has querido desde siempre.
Ahora resulta que no eres transparente,
que la más diminuta situación te hiere;
quizás nunca estuvimos preparados para los menesteres
de amantes que merecen mancomunar sus pieles.
—Messieral