No ves que comienza a hundirse
el muelle que nos salvó la vida,
no ves que comienza a desvestirse
la muerte bajo nuestra herida.
Y que el azul celeste del lago se empaña
como las ventanas de tu auto, tu cuartel;
y que el verde muerte de la tarde nos daña
haciéndonos creer que jamás quisimos volver.
No ves que comienza a abrirse
la rosa siempre muerta de la aflicción,
no ves que comienza a morirse
lo que tanto tiempo y vida nos costó…
©®Messieral | messieral.com
Ciudad de Guatemala 7 de noviembre de 2,018
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