Que bueno es coincidir,
perderme en tu mirada;
tu risa inunda cada circunstancia.
Que bueno es escribir,
sobre un lienzo en madrugada,
tu nombre tan sutil;
y llenarme de tu gracia.
Que nadie sepa que estamos aquí,
al centro del insomnio y de estas llamas;
que, casi siempre, la luz se puede llegar a confundir
con la más bella, con la más dulce de las miradas…
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