Escapábamos,
su auto era una máquina del tiempo,
a nadie le interesaba si duraban un poco más los besos.
Escapábamos,
su auto era una máquina de anhelos.
Escapábamos,
mis manos se fijaban en su cuerpo
como el tiempo sobre el firmamento
que nos condenó a no ser eternos…
Escapábamos,
su auto era una máquina de inviernos.
Blog Oficial de Messieral
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