Con el recuerdo de un beso
se ha hecho una canción,
con ella guarda aquel suspiro
que a nadie jamás mostró.
Y se queda a cantar
la misma canción,
una vez y otra más,
esperando a que un día
venga el mar por ella
y se la lleve a donde la marea
no le permita volver jamás.
Y cuando eso ocurra
aún el viento tejerá
las notas precisas
que su voz ahora regala
a la más intensa oscuridad.
Cuerdas del hilo resistente
rotando la tierra al vaivén
del más perpetuo y silente
siempre que también es nunca, a veces,
como el dolor que nunca ruega,
como el edén sin Romeo y Julieta…
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Ciudad de Guatemala 25 de enero de 2,017