Ese cuerpo irrepetible de mantis religiosa,
tus caderas de alfajor talladas tan perfectas,
esas piernas que sostienen el mundo en mi fantasía
de encontrarte alguna vez desnuda, a mí cosida…
Es que, Gabriela, escondes en tu nombre
el portento de una diosa impresionante,
con el amor de tu hermosura transparente
y el desenfreno de tu cuerpo imborrable,
como aquellos triunfos en la pista de estambre.
Por un beso fui capaz de desear
una vida entera entre aromas,
que no trajeran nunca tu perfección,
y otras mujeres que en promedio
no igualaran la belleza de tu cuerpo,
de tu sonrisa y la deportista que aquella tarde
me dijo al oído que el amor es tan sólo un detalle.
Por ti quise quedarme a vivir en un sueño,
no despertar y perderme en la dimensión
del piercing de tu ombligo, que bien conozco,
que en el ensueño de tus motivos
aún recuerda la caricia de mi mano,
tan provocativa y causante de tu miedo.
Pero crecimos y mi única batalla ganada
fue aquel beso que te robé sin clemencia,
mi boca ha saboreado el éter de la respiración de dios,
al encerrar entre tu boca las ansias más grandes
que he llegado a generar en mi piel durante toda mi vida,
con el sabor a esta morena causa perdida / o no /.
Fantasía es el misterio de recordar
con total fidelidad las formas exactas de tu cuerpo
sin haberte desnudado, sin haberte convencido,
sin haber penetrado en tu burbuja más allá de lo sabido,
es un ritual mágico emocional, un detalle intenso
pensar todavía en los acordes que compuse a tu cabello…
©MESSIERAL | Poesía
Ciudad de Guatemala 02/07/2016
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