Los muros no se quieren callar,
gritan su estupidez sin dejar de mirar,
es como si el canalla infierno
les premiara por el desconsuelo
que me saben hacer sentir;
y tú sabes muy bien que antes de morir
el afán principal de todo poeta es fluir…
Pero si mientras te hablaba
ya estabas pensando en lo que me ibas a responder;
tú no sabes nada de la vida, no sabes de nuestra poesía
y lo que te enseñó la calle lo olvidaste al comenzar a arder.
Gritarán las avenidas a mi favor
y nunca a favor tuyo,
rendirán las nubes su dolor
ante mi tiempo y no ante el tuyo…
Y aunque los muros no se van a callar,
yo seguiré confiando en lo que soy capaz de dar;
al final, sabes bien que es necesario detenerse y respirar
para hacer bien el bien, para hacer mal el mal, para sumergirse en el mar…
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Ciudad de Guatemala 19 de noviembre de 2,017