El dragón errante que usted vio

A subir la cabeza y no lamentarse
porque la vida de antes sabía mucho mejor,
a levantar la cabeza, prohibido inundarse,
otro rato de desesperanza me va a partir en dos.

Ya pisé los escenarios, la gente cantó mis canciones,
me escucharon en la radio, me leyeron las paredes,
recité en televisión, desvirgué el sano juicio del amor,
ya me dije alguna vez que estaba orgulloso de vivir,
ahora tengo una razón, un hijo delicioso y a seguir…

Es peso muerto este alma roto, estas lamentaciones,
aunque sea tan cariñosa la nostalgia, me va a desbaratar,
hay que seguir, meterle mano a la prudencia, no descarrilar,
dejar de estar para hacer feliz a alguien más, si me puedo marchar.

Me gustan con piernas más largas, con faldas más cortas,
y cejas de diosas, las mañanas y las tardes en mi ciudad.

Continuar sin ganas pero con honor,
no desfallecer ante el insensato pudor
y joderse uno mismo la vida, si hace falta,
pero no dejar que se la joda a uno alguien más.

Que esa presencia me agobia, roba mi libertad,
aburre las diversiones de mi vida, causa herida
y yo, señorita, soy el dragón errante que usted vio,
soy ciudadano del mundo y no de su colchón,
soy explorador de las pieles y no de su pasado y estrellado dron.

Perseguir los sueños que aún vigentes laten,
aunque no vuelvan nunca las mujeres que olvidé,
sé que para vivir y ser feliz aún no es tarde…

Luis Eduardo (Messieral)
Ciudad de Guatemala 22/03/2016

Muchas gracias por estar y por sus ojos.
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