De No Estar Solo

Nunca supe escribir amor en silencio,
el instante preciso de un beso
fue siempre, para mí, el paraíso en su verso
y dos cositas que siempre te dije al oído
resulta que eran verdad después de tanto.
No te apures que mi abrazo no lo borra el tiempo,
lo sabe la estrella más roja de todo el firmamento
y una acróbata satisfecha con número y tres sueños.
Nunca supe escribir amor en completo silencio,
sin el sonido de alguna canción no tiene sentido,
a mí me gustas tanto que no sé describírtelo
y si acaso logramos entendernos que nos cante el viento,
porque ha nacido en mi interior una sonrisa,
no prometo una mejor versión sino hay sintonía,
me gusta tu aroma de orquídea, tu pasión por la ironía
y si quieres saber soy capaz de exponer esa herida.
No te apures que mis caricias no las borra un ciego,
lo sabe el vocablo bendito que augura tantos portentos
y una simpática chica de piel morena de quien fui aposento.
Yo no quiero escribir amor sin sus gritos de euforia,
sin orgasmos y sin redoblantes de qué sirven esas tardes,
en las que se promete a la luz de la luna una que otra mentira.
Nunca supe decir te perdono, porque en realidad no sé cómo,
no me siento capaz de cantar a la sombra de un árbol
todas esas historias de gente que se amó demasiado,
todas esas historias de gente que se odió a fríos daños…

Y a pesar de todo, aún me habita el alma de un monje
que tiene la fantasía sexual de no estar solo y que no cede.

MESSIERAL
Ciudad de Guatemala 04/06/2016

4 comentarios sobre “De No Estar Solo

Deja un comentario