En lo Íntimo de los Cerezos

Se enamoró de aquellos ojos grises,
como se enamora el cielo de un quizás
y se perdía tardes enteras en los matices
de cada aroma que cedía aquel mirar;
dedicaba cada segundo a contemplar
el paisaje hermoso que existía en ella
y él tan sólo existía para verla caminar.

Sentía que el corazón le crecía en el pecho,
sorprendido de su nueva capacidad de amar,
le recitaba versos que, nacidos en lo íntimo de los cerezos,
ella siempre estuvo dispuesta a escuchar;
las tardes eran de amor puro, de besos,
de esos que hacen temblar el pecho mismo
de aquel que siente el poder que trae consigo
el más dulce y hermoso instante en que un sueño es cumplido.

Se enamoró perdidamente de aquellos ojos tristes,
como se enamora una canción de quien resiste
cada uno de sus acordes con el pecho erguido y el alma en un palmiste;
amar se convirtió en el nuevo juego de su complicidad,
se amaban con esmero, cuidando cada detalle con sinceridad.

Y una mañana decidieron alejarse,
del ruido de la ciudad, de sus amarres,
del viento fuerte sobre las montañas,
de las almas en pena que tanto hablaban;
en un sitio lejano aún sonríen, se aman,
dedican sus tardes al amor que fabrican
cada vez que sus corazones cantan…

©MESSIERAL | messieral.com
Ciudad de Guatemala 7 de febrero de 2,017

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