Algo Digno de Nunca Olvidar

En la magia de aquella habitación,
vi duendes sobijeando hadas,
a ellas les encantaba, los acariciaban,
vi orquídeas levantándose la falda,
la parte erótica de cada mantra
y un desván ideal para echarse a pensar,
a esperar a la chica más guapa aprontarse
a subir su cuerpo sobre el mío o llorar.

El caso es que se sacó la blusa con prudencia,
ante mis manos tibias suplicó piedad,
bebí cada promesa de su grandiosidad,
porque nunca haré esperar a una preciosidad,
porque no es de caballeros no estar a la altura
del deseo de una Diosa renacida en piel escultural.

Se abrazó a mi cuerpo como queriendo salvar su vida,
me llenó de besos, como nadie, nunca, antes o después,
me guiñó al oído y susurró a mi voz su leve crueldad,
si acaso te despiertas y ves que me he marchado, no te enfades,
guiñé a su sexo y susurré a su hermoso, clarividente, cuello,
si acaso pasas la noche en vela, preguntándote cómo es que no duermo,
no te preocupes, que no pienso desperdiciar cada minuto de esta noche
hasta que te haya convencido al menos a unas glorias más…

El caso es que aunque enamorarse, en esos casos, no está bien
salimos de palacio con un algo digno de nunca olvidar,
el chiste de las flores lo olvidé, signo zodiacal, talla de busto,
pantone de piel, apetito vaginal, todo eso cómo lo iba a olvidar,
lo he sustituido por honores a la patria, por la misma nacionalidad.

Luis Eduardo (Messieral)
Ciudad de Guatemala 27/05/2016