He estado en la playa más bella del mundo,
en la que solías sentarte a escribir,
a veces la vida nos tuerce el rumbo,
pero nada puede apartar tu recuerdo de mí.
Yo me quedé en la memoria tus ojos,
para que tranquilicen despacio mi interior,
me quedé con tu risa cumpliendo deseos,
y en los redondeles de mi alma tu forma
tan particular de contraer tus labios al cantar.