Drama Creacionista

Cada quien con su drama, cada quien su dolor; cada quien a sus armas, cada uno al temblor. Sin decirlo, los ojos, gritan en el idioma del corazón, sea mezquino, agradable o gruñón. Cada quien con su drama, cada quien su color; cada quien a sus ganas, cada uno al temor. Con la voz afinada se aproxima el aroma de la desilusión, la ilusión es un verso de dulce sabor. Cada quien con su drama, cada quien a su amor; cada quien a sus ramas, cada uno a su hoy.

Y la vida no empieza sin llanto, no duele, no tanto; cuando duele la vida pronto deja sus marcas y de vuelta a otra historia, a otras despedidas, a mejores zozobras; y a veces cuando nombras el tritono de un nuevo milagro, siempre, es una maldición la que resuelve el perdón.

Cada quien con su drama, cada quien su canción; cada quien a sus palmas, cada uno al pudor. Sin decirlo, los duelos, gritan en el idioma de la destrucción, sea creativa, prometedora o un don. Cada quien con su drama, cada uno a su pasión; cada quien a sus playas, cada uno a su honor. Con la voz desafinada se aleja la mala vocación, la verdad es una cualidad de necesaria intención.

Y la mañana no empieza sin satisfacción, es posible, es presagio; cuando la mañana nos besa nos muerde otra hora, otra idea, otra sombra; y a veces cuando gritas de desesperación el insomnio de un nuevo escenario, jamás, es el que resuelve su condición.

Cada quien a su drama, cada quien su ilusión; cada quien a sus llamas, cada uno sin razón… La marea enamorada es igual que la historia preciosa de la creación, sin importar cuantas veces cambie de versión.

©MESSIERAL | messieral.com
Ciudad de Guatemala 17 de enero de 2,017

Niño Envasado al Vacío

Desde el centro de mi desastre, la bitácora de mi catástrofe incoherente, toda la mediocridad que no quise tener es mía, tan mía que se aferra y no me quiere soltar. Me abarca como pocas veces alguna amante pudo, por completo. Me he tropezado con mis demonios y han sentido miedo de mi frialdad, existe un tipo de hielo capaz de evaporar los fuegos infernales, y es peor que el dolor, y es peor que la decadencia, y es peor que el pánico… El vacío.

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Tonight The Juggle and The Clown!

Te conocí con el maquillaje sobre la cara, reías, por dentro llorabas, había una pena besándote el alma y unas cuantas espinas rompiéndote con tormento. Me quitaba el sombrero al verte actuar, eras el mejor clown de toda la puta ciudad, me quitaba los miedos, un rato, con tu forma de hablar, me quitaban tristeza tus gracias y verte animar.

Una infancia perdida en humo de crack, por cada rincón de tus venas quedaba el recuerdo del ice, quién iba a ti a contarte lo que era la vida, si ya habías nacido y muerto en la misma, nada te sorprendía y durante tu adolescencia comías del suelo los restos del plato de Dios, te reías mientras le mentías a las personas contando una desgracia fingida, a cambio de algunas monedas, sabías muy bien que tu desgracia era peor, pero no te daba la gana impresionar de más, ni que sintieran una lástima total, así que aminorabas la pena actuando con el maquillaje pero sin antifaz.

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Ella tenía miedo, yo arándanos…

La conocí lluvias atrás, con la mirada escondida tras el cabello, casi siempre. Con la sonrisa discreta y la mirada sincera, transparente, casi como la carcasa de un milagro. Era bella, no como modelo de revista, sino como el rocío de la mañana, como la tertulia del trino de las aves con la calma. Tarareaba siempre la misma canción, se escuchaba linda en su voz, pero no se comprendía lo que aquel canto decía, me bastaba el tono hermoso de su temperamento y la amalgama de ascuas que se sentían en la piel, cuando su falsete, entre dientes, aparecía. Nunca cedió un beso, nunca nadie lo pidió, o lo robó, no sonreía totalmente, su sonrisa era finita, su sonrisa empezaba en arco y terminaba en neutralidad, me llenaba de curiosidad asomarme a la ventana de sus secretos, de sus ideas, me atormentaba no comprender, era un enigma, como yo, era un pasadizo secreto hacia un viaje interior, que llamó desde el inicio mi atención. Secaba con paciencia la lágrima que se le escapaba siempre a media mañana, leía mis versos, criticaba mis sueños, me atenía a los peligros de la vida y yo le agradecía, había descubierto, entonces, el camino a seguir si no quería aburrirme. Colapsaba de nervios ante la presión, ella no era la roca que contenía a las olas, era como un grillo en alta mar…  Seguir leyendo «Ella tenía miedo, yo arándanos…»