Tenía las manos vacías pero me las llenaron tanto de ti, quería grabar un acorde en el ordenador y el aburrimiento pudo tanto en mí, que salir a caminar se presentó como una mejor opción…
Tenía las manos vacías pero me las llenaron tanto de ti, cuando por la mañana el café no sonrío como lo hace casi siempre, y la ventana rota fue reparada por alguien que jamás conocí.
Tenía las manos tan rotas pero me las sanaron cuando te vi, cuando se acercaron mis ojos a la pulcritud de tu piel, al solsticio en tus labios, y en cada uno de tus abecedarios; a tu adjetivo que tanto me hizo sentir.
Tenía las manos tan frías pero hallaron tibieza en un roce de ti, en un discurso culminado con un beso y en el hogar que más guapa te ha visto latir.
Fueron los imposibles, el avant premier de los amores que nos van a persuadir, con su encanto y su preciosidad, los que acercaron tu ternura a mis noches de extrema libertad; fue tu inocencia y quizás la sangre de las uvas que se derramó en el piso la tarde que bailé contigo, como con nadie más…
Tuve las manos tan frías pero hallaron tibieza en un roce de ti…
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Ciudad de Guatemala 16 de octubre de 2,017
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