Ardiente, como el lienzo primordial de tus contornos,
amante, como el retrato hablado de los cohibidos
y escapar de una mejor vez para estar contigo,
de labios más adeptos, de un vientre más tranquilo;
sobrellevar el equilibrio que trae el ruido a tu cuerpo
cuando desnudo me desdibuja del mal camino.
Sorprendente, como la emancipación del aullido,
mordaz, como esos colmillos afilados que el caníbal devoró
y que sea la lengua el pasadizo escurridizo
en el que una lágrima de sal se evaporó;
que nos dejen la locura de cobijo, parte de un absoluto abrigo,
a temperatura ambiente para no morir tan pronto si no estás conmigo.
Pero lloverá el amor en la primavera de tus miedos
y los míos izarán las velas de la embarcación, primero;
lo segundo ya dependerá del idioma en que nos muerdan los nudillos,
lo tercero ya dependerá del vaso en el que compartir el vino…
Ardiente, como mujer de fuego que resguarda mis trastornos,
delirante, como la facultad de crear vida con un amor y dos cuerpos;
llanto ajeno que rasga el alma como el grito de un dios a tu espalda
a sabiendas de que su viuda espera por una mejor razón muy de mañana.
©®MESSIERAL | messieral.com
Ciudad de Guatemala 16 de marzo de 2,017
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